viernes, 15 de noviembre de 2013

Ser psicólogo





A veces puede ser incómodo estar con un psicólogo o un estudiante de Psicología. Nos pasamos el rato, a veces sin querer, sacando punta y analizando todo, por muy habladores o callados que estemos, formulando hipótesis y falsando las mismas. Y eso, a veces, a la gente no le gusta porque ¿y tú qué sabrás?

No es la primera vez que uno se encuentra (en mi corta experiencia vital), con alguien que se ha leído dos libros de auto ayuda y no es que pueda saber algo de Psicología, es que ya lo sabe todo y tú, pues te callas. ¿Para qué has estudiado la carrera si en estos libros viene? Podrías haber aprovechado el tiempo en hacer otra cosa. O, ¿es que quieres curarte a ti mismo? En fin, amigos.

Para el que piense que este estudio es fácil, una cosa: Sí, lo es. 





Es fácil si lo amas. Es más fácil si persigues buscar para encontrarte a ti mismo ayudando a los demás. Es un trabajo recíproco, una búsqueda que da frutos en ambos sentidos, de dos colas, ambivalente, bidireccional. Probablemente estabas esperando que dijese que no, que no es fácil. O que es más difícil que otro tipo de estudios. Normalmente le damos mucha más importancia a lo nuestro, casi siempre por orgullo. Cada uno se pone sus metas y sus muros, y cada día me resulta más difícil hacer comparaciones de este tipo.



De un tiempo acá, tengo más en cuenta que no estamos influenciados o perturbados por los eventos, sino por nuestra interpretación de los mismos. Creamos y creemos en una realidad subjetiva. Y a veces queremos ser objetivos sin tener en cuenta que, probablemente, lo objetivo sea lo subjetivo de una construcción social.

Me gustaría dejaros este pequeño texto que encontré por la red (por desgracia, no sé quién es el autor/a).

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Un psicólogo es alguien tan perdido como tú en la vida. 

Solo que tiene una linterna y un mapa, además de valentía para acompañarte. Un psicólogo tiene que soportar que la gente hable de Psicología, sin tener la menor idea al respecto (pensarás que a ti, con tu profesión, también te pasa eso). Es de las profesiones más mitificadas del mundo, casi nadie ha leído el “Código de Ética del Psicólogo” pero casi todo el mundo habla de lo que debería ser o no hacer un psicólogo.



Un psicólogo es una persona normal, fuma, bebe, baila, ama, tiene sexo, igual que todos. Como en todas las profesiones, los hay apáticos, drogadictos, arrogantes, corruptos, faltos de ética     -entre otras actitudes nefastas-, pero también hay psicólogos excepcionales, inquietos por naturaleza y con personalidades exquisitas. Tal cual, como ser humano, nada le es ajeno y en lo humano, la perfección no existe.

Sobre el psicólogo pesa el miedo de la sociedad. Todo el mundo sabe que el psicólogo ve lo que nadie ve, eso da temor. Un psicólogo generalmente dice lo que no deseas escuchar. Esa es una labor titánica y siempre mal retribuida emocionalmente. 







Dentro de esta sociedad el psicólogo es siempre un último recurso. Antes se consulta: el chamán, el sacerdote, el médico, el pastor, el brujo… Cuando en realidad debería ser el primero. 
Un psicólogo no sabe la verdad de la vida, no tiene fórmulas exactas no es químico, tampoco es adivino y menos, telépata. 

El psicólogo es científico (muchos se reirán con esto, en la ignorancia, claro). Aunque no siempre tiene razón,  siempre busca junto a la verdad, y las teje. Es un explorador, un investigador por convicción.




La diferencia entre una persona que estudia Psicología y la que no, radica en su relación con su sombra, un psicólogo juega con su sombra. Un psicólogo es su propio instrumento de trabajo. 


Un psicólogo nunca lo sabrá todo, pero puedes jurar que nunca dejara de buscar saberlo todo.

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