viernes, 26 de abril de 2013

Y lo que piensen los demás...




La necesidad de aprobación de los demás equivale a decir: "Lo que tú piensas de mí es más importante que la opinión que tengo de mí mismo". 
Wayne W. Dyer

Todos, alguna vez en nuestra vida necesitamos o hemos necesitado, de una forma u otra, que otra persona valide nuestras conductas o sentimientos. Esta búsqueda de aprobación, puede acabar siendo muchas veces un deseo más que una necesidad. No podemos negar que nos gusta que, de vez en cuando, nos aplaudan o nos hagan cumplidos. Son como caricias mentales y creo que a todos nos gustan las caricias. 


Si esa aprobación sirve simplemente para que seas feliz con el apoyo de los demás y te sientas aceptado, adelante. Pero si ya resulta necesario, podemos derrumbarnos. Si este agente externo al que le entregamos un trozo de nosotros mismos nos desaprueba en algún momento, ¿qué pasa? Aunque sea levemente, nos vemos inmóviles, dudamos sobre nuestros propios pasos. Y cuando dudamos en nuestra mente, hasta el propio suelo se tambalea. 

Nos sentimos bien interiormente si esas terceras personas deciden alabarnos o ponernos una pequeña inyección de popularidad, por ejemplo. Lo peor de todo es que, quizás, nos creemos un tipo de persona inexistente (nosotros mismos) en base a lo que los demás,  la sociedad nos pide, creemos que nos pide o es socialmente aceptado o correcto




¿Hay que deshacerse de la necesidad de aprobación? Bueno, mejor le quitamos los signos de interrogación. 


Hay que deshacerse de la necesidad de aprobación. 


No podemos sacrificar nuestra verdadera personalidad, nuestro "yo" por las opiniones, predilecciones o simplemente por el miedo a lo que puedan decir los demás en base a SUS juicios. 

Siempre he creído que si muestras a los demás confianza en ti mismo y que eres feliz de seguir el camino que llevas, ellos van a confiar en ti. Ahora, si te dejas manejar por sus juicios acabarás siendo una marioneta amargada que se mueve al son de una música que no es la de su propio corazón. 


Un gato grande vio a un gato pequeño cómo intentaba pescarse la cola y le preguntó: "¿Por qué tratas de pescarte la cola de esa forma?". El gatito dijo: "He aprendido que lo mejor para un gato es la felicidad y que la felicidad es mi cola. Y por eso la persigo y trato de pescármela; y cuando la pesque habré logrado la felicidad". El gato viejo le dijo: "Hijo mío, yo también le he prestado atención a los problemas del universo, yo también he pensado que mi cola era la felicidad. Pero me he dado cuenta de que cuando la persigo se me escapa y cuando voy haciendo lo que tengo que hacer y lo que me pide mi corazón, ella viene detrás mío (de mí*) por dondequiera que yo vaya". 

Algo que sí es cierto es que, aunque manteniendo una actitud positiva, no vamos a obtener aprobación de todo el mundo por todo lo que hacemos, pero cuando nos reconocemos a nosotros mismos como una persona con valía, no nos deprimiremos cuando nos nieguen esa aprobación.

La desaprobación es una consecuencia natural de la vida en este planeta donde la gente es individualista en sus percepciones.



Para intentar disminuir nuestra conducta de búsqueda de aprobación (muchas veces constante e inconsciente) podemos utilizar algunas estrategias:


  • Cuando alguien te desapruebe, empieza la respuesta con la palabra tú. Si por ejemplo, tu padre se enfada contigo porque no esta de acuerdo con algo, en vez de cambiar de posición para suavizar o defenderte, contesta simplemente con un "tú te estás enfadando y piensas que yo no debería pensar como pienso o hacer lo que hago". Así podrás ver que la desaprobación le pertenece a esa persona y no a ti. 
  • Cuando creas que alguien está tratando de manipularte a ti o tus opiniones, hazlo manifiesto y dilo. "Normalmente yo cambiaría mi opinión para lograr que no me desapruebes, pero realmente creo en lo que hago/digo y tú tendrás que entenderte con tus propios sentimientos al respecto". 
  • Has de aceptar un hecho muy simple: mucha gente no te comprenderá en muchas de las cosas que hagas en tu vida, y eso está bien. Tú tampoco vas a llegar a comprender a mucha gente, incluso a los que estén más cerca de ti. Al fin y al cabo, todos somos diferentes.
  • Pronuncia frases afirmativas y no busques aprobación con frases interrogativas. Un ejemplo tonto: "¿Qué buen día hace, no? por ¡Qué buen día!". 

Sé que todo esto es difícil, porque lo compruebo cada rato. Aunque sea yo el que lo escriba, no quiere decir nada, soy el primero en pecar de ello. Y sería raro encontrar una persona que no buscase aprobación en los demás. Si eres de los que dicen que nunca buscan ni han buscado aprobación como necesidad, puedes estar cegado por la arrogancia. 


 

No hay comentarios:

Publicar un comentario