lunes, 22 de abril de 2013

Un secreto más para la felicidad.





Seguro que has escuchado o leído muchos secretos para alcanzar la felicidad plena. Pues bien, yo quiero compartir hoy contigo uno que te acerque, por lo menos, un poquito más a ella.

- De cómo cabalgar sobre tus emociones como si fueran un caballo o el dominio del yo - 

Según un antiguo cuento, en la antigua China iba un hombre a lomos de su caballo y pasó justo al lado de otro que se hallaba parado. Éste le preguntó al jinete: "¿A dónde vas?", a lo que él respondió: "No lo sé. Pregúntale al caballo."

Si por algo me gustan los cuentos o parábolas zen, es porque son aplicables a la mayoría de situaciones de nuestra vida cotidiana y, además, con claridad.
Como ya eres un lector consagrado, habrás podido vislumbrar que el caballo representa nuestras emociones y cómo nos dejamos llevar por ellas sin preguntarnos a dónde nos llevan sin control alguno. A veces sentimos cosas simplemente porque las sentimos y no nos preguntamos qué o quién es realmente la fuente de ello.
Tranquila/o, estamos de suerte porque podemos controlarlo, podemos domar  ese caballo que muchas veces nos lleva a una montaña rusa de sentimientos y emociones y que, al final, acaba siendo una ensalada "soviética"  en nuestra cabeza. Hoy me ha dado con los rusos.

Si queremos, podemos alejarnos hasta el horizonte cabalgando más chulos que John Wayne a caballo.

Una parte importante del dominio del yo, es la autorregulación. Y como dice Chade-Meng Tan en su libro, "autoregularse no significa esquivar ni suprimir las emociones". Muchas veces creemos que la autorregulación se basa en suprimir lo negativo y quedarnos con lo positivo, cosa que no es así. Tenemos que aprender a gestionar los sentimientos y emociones para que nos sean útiles.

Para esto es importante el desapego de las cosas. Me dirás que el apego es necesario, pero el desapego también lo es. Nos hemos de desapegar de la adhesión y de la aversión.

La adhesión diríamos que es lo que hace aferrarse a la mente a algo negándose a desprenderse de ello. Y la aversión es justamente lo contrario, cuando la mente permanece alejada de algo y se niega a aceptarlo.

Si te desazona algo externo a ti, el dolor no se debe a la cosa en sí, sino a tu percepción de ella, y ésta puedes cambiarla cuando se te antoje. (Marco Aurelio)

¿En qué nos ayudaría despegarnos de la adhesión y la aversión? Pues muy sencillo (o... no), seríamos capaces de experimentar placer sin la insatisfacción que suele seguirlo. Lo que ocurre con estas sensaciones es que en sí no producen ningún tipo de sufrimiento, pero tienen que acabar en algún momento. Lo que sí lo provoca es aferrarse a una situación y desesperarse por la posibilidad de que termine.

No es el hecho de que las flores se marchiten lo que nos provoca sufrimiento, sino el deseo irreal de que no lo hagan. (Nhat Hanh)

¿No te recuerda esto un poco a la idealización? A mí sí. Visto de esta otra manera, podríamos ser capaces de disfrutar de nuevo de las flores, aún sabiendo que en algún momento se marchitarán.




Principios generales para enfrentarse al desasosiego:

1. Saber cuándo no estamos sintiendo dolor.     

 Es importante que tengamos conocimiento de cuándo no estamos sintiendo dolor porque es probable que aumente nuestra felicidad. No es sólo tener conocimiento de la presencia, si no también de la ausencia. 

2. No sentirnos mal por sentirnos mal.

Estamos acostumbrados a autoflagelarnos. A veces estamos a gusto y bien, y viene un pensamiento a nuestra cabeza: "Estoy bien, pero es raro, quizá debería sentirme mal por algo". Esto es quizá una imagen que nuestro yo tiene de sí mismo y su resultado es más desasosiego. Es muy cierto, por lo que he leído, en el caso de gente bondadosa. "A ver, si tan bueno soy, ¿por qué siento esta envidia? Por tanto, debo ser un hipócrita y un asqueroso montón de [insertar sustantivo apropiado]. La solución quizá sea desprenderse del ego y afrontar las situaciones con buen humor. 

3. No alimentar a los monstruos.



Nuestros monstruos (pensamientos o emociones negativos) necesitan alimentarse y nosotros lo hacemos constantemente, con lo cual les ayudamos a sobrevivir. Si no les damos de comer, va a entrarles mucha hambre y puede que se vayan. Ahí reside nuestro poder, no podemos evitar que aparezcan pero sí podemos invitarles a que se marchen si no nos están ayudando en nada. Ojo, no estoy diciendo que los recuerdos sean malos, lo que sí puede serlo son las interpretaciones que hagamos de los mismos. 


4.Comenzar todo pensamiento con bondad y sentido del humor. 


Como yo me caigo con mucha frecuencia, mi vida es una comedia de verdad. Hay que aprender a reírse de las caídas y a verlas con bondad tanto para uno mismo como para con los demás.



No sé qué te parecerá todo esto, pero a mi me parece una buena alternativa para darle un cambio a muchas situaciones de nuestra vida. No digo que sea fácil, pero es posible. Sólo tienes que seguir a tu corazón con bondad y compasión.


Como si eso fuera poco, ¿no? Bueno, pero es que es lo ideal.



Vive el presente y respira, respira.


Y recuerda, un camino de mil millas comienza con un paso sin importarte lo que piensen los demás.



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